Para avanzar en un proceso de aceleración digital, adoptar un MVP (Producto Mínimo Viable, por sus siglas en inglés) mindset es fundamental a la hora de desarrollar productos digitales. La capacidad de crear y lanzar rápidamente un producto que cumpla con las necesidades básicas de los usuarios es un gran componente para el éxito en un entorno empresarial en constante adaptación.
Desde Digbang, entrevistamos a Darío Govergun, CTO de la empresa, para comprender más sobre qué significa tener un MVP mindset, qué rol tiene Digbang como partner tecnológico en este entorno y qué beneficios trae tanto a equipos pequeños como grandes de compañías en su proceso de aceleración digital.
Estos son los principales highlights que dejó la charla:
1. Comprender el valor agregado y los objetivos del cliente
En general, cuando un cliente tiene una idea de negocio y los objetivos que desea lograr, existe una brecha entre su comprensión de dónde se agrega valor y cómo encaja en los procesos existentes. En muchos casos, el proceso planificado puede no ser el más adecuado para ser transformado en una herramienta digital que le de soporte. Aquí es donde la tecnología desempeña un papel fundamental: debe encajar tanto como soporte como en la creación del producto en sí.
Para lograrlo, es necesario explorar a fondo el contexto empresarial y comprender el valor agregado que el cliente busca. A veces, el cliente no es consciente de este valor, y es responsabilidad de su partner tecnológico descubrirlo y ofrecerlo a través de una herramienta de producto digital. En este sentido, es importante ampliar el horizonte de posibilidades para luego seleccionar la mejor dirección posible y acercarnos a los objetivos del cliente.
2. Explorar nuevas oportunidades de negocio
El proceso de exploración del MVP, en verdad, nunca termina. Por lo tanto, hay que establecer límites y expectativas para dar respuesta a un time-to-market que cumplir. De hecho, estos límites hacen a la esencia del MVP, porque sino, no tendría sentido. Esperar a buscar el mejor producto posible desde el inicio puede ser poco estratégico frente a la competencia.
“Los cambios nunca deberían ser malos o ser entendidos como malos, son algo natural. Lo importante es entender la razón que justifique el cambio para que el equipo pueda pensar en alternativas que tengan sentido para poder alcanzar esa nueva funcionalidad. Trabajar un proyecto digital con esta dinámica hace que el equipo sienta esa evolución como propia”, comenta Darío.
3. Encontrar el equilibrio entre tiempo, calidad y funcionalidad
Hay tres factores que intervienen en la realización de un MVP: tiempo, calidad y funcionalidad, donde empujar uno u otro hace que se muevan los demás componentes en el desarrollo digital. Sumado a estos tres factores, se agregan otras variables externas que no pueden pasarse por alto:
- La información que el cliente conoce pero que el partner tecnológico todavía no tiene,
- Los clientes que ya saben lo que quieren y buscan especialmente eso en el producto y
- Los intereses de inversores que piden algo específico por más que no sea lo mejor para los usuarios en su apuesta hacia la estrategia futura de la empresa.
4. MVP no es opuesto a calidad
Pensar que un MVP va en contra de la calidad es muy relativo. Es una cuestión de balance. Hay MVPs que son para hacer una prueba y ver si el mercado o el negocio son una apuesta y tienen sentido. Si no es así, se descartan hasta encontrar una versión que se ajuste a los objetivos. Por otro lado, hay MVPs que son el inicio de un sistema y funcionan – lo cual ocurre en la mayoría de los casos – donde luego se prueba, se aprende de ello y se le agregan nuevas funcionalidades basadas en resultados.
“No es que MVP y calidad sean opuestos. Depende del negocio, del cliente y de lo que se busque hacer”, comenta Darío. Para dar un ejemplo, un negocio o una herramienta que va a tener una gran carga de usuarios, desde el primer momento, requiere conocer el tiempo y la calidad de ese desarrollo porque tiene que ir a escala y con buen rendimiento. En cambio, cuando no existe esa restricción, se puede hacer algo con diferente calidad para agregar más funcionalidades en el mismo tiempo.
5. Pequeños pasos, pero firmes
Tener un MVP mindset ayuda, principalmente, a una mejor administración de los recursos en la empresa como tiempo y costos. “Es mejor mostrar que hay algo nuevo que se puede usar que mejora la parte de un proceso a esperar años a tener un gran desarrollo implementado y tener que migrar todo hacia ello. Empezar de a poco y migrar progresivamente hace que los usuarios se acostumbren a los cambios más rápido”, explica Darío. En otras palabras, es importante pensar la implementación de tal forma que sea lo más natural posible, siempre asegurándose que lo que está recibiendo el usuario final es un desarrollo mejor al que ya tenía.
Muchas veces, con desarrollos muy grandes, una empresa tarda – por lo menos – 3 años en implementar un desarrollo y, en ese periodo de tiempo, la compañía cambió rotundamente. En estos casos, los proyectos no se descartan sino que se implementan igual y después terminan generando el mismo problema que intentaban resolver inicialmente. De igual forma, quienes lideraban ese proyecto en una compañía quizá se fueron. En cambio, hacer desarrollos desde un MVP, permite acompañar el cambio y todos sus procesos.
En conclusión, adoptar un MVP mindset es esencial para el desarrollo de productos digitales exitosos. Brinda agilidad, tiempos rápidos de respuesta, adaptabilidad frente al cambio y obtención de información valiosa a través de pruebas y análisis. Además, aporta la flexibilidad necesaria para ajustar y evolucionar el producto a medida que una empresa avanza en su proceso de transformación digital. Al comprender los beneficios de un MVP mindset, las startups y las corporaciones pueden acelerar su proceso de innovación, con esfuerzos cuidados y medidos de su producto digital.